Amor feliz.

Un amor feliz. ¿Es normal,
serio, útil?
¿Qué saca el mundo de dos personas
que no ven el mundo?

Encumbrados hacia sí mismos sin mérito alguno,
dos al azar entre un millón, pero seguros
de que así tenía que ocurrir-¿como premio de qué?, de
nada;
la luz llega desde ninguna parte-,
¿por qué cae precisamente sobre ellos y no cae sobre otros?
¿ofende eso a la justicia? Asi es.
¿Viola principios cuidadosamente almacenados, derriba
de su cima a la moral? Viola y derriba.

Mira qué felices:
¡si disimularan aunque fuera un poco,
si fingieran aflicción para animar a los amigos!
Escucha cómo ríen. Es insultante.
Qué lenguaje utilizan, aparentemente comprensible.

Y esas ceremonias suyas, esas celebraciones,
sus rebuscadas obligaciones de unos para con otros,
¡parece una conspiración a espaldas de la humanidad!

Resulta incluso difícil prever qué sucedería
si pudiera cundir su ejemplo
Qué podrían hacer religiones, poesías;
qué se recordaría, qué se abandonaría,
quién querría permanecer en el circulo.

Un amor feliz. ¡Es necesario?
El tacto y el sentido común nos obligan a callar al respecto
como si de un escándalo en las altas esferas de la Vida se
tratara.
Espléndidos bebés nacen sin su ayuda.
Nunca podría poblar la tierra
no es, que digamos, muy frecuente.

Que la gente que no conoce un amor feliz
afirme que no existe un amor feliz en ningún sitio.

Con esa creencia les será más llevadero vivir, y también morir.

Wislawa.

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Armando Guerrero, Oaxaca, México.