Algo evidente.

Henos aquí, amantes desnudos,
bellos -y mucho- para nosotros mismos,
sólo cubiertos con hojas de párpados,
recostados en una noche profunda.

Pero saben ya de nosotros, saben,
estas cuatro esquinas, este quinto horno,
esas sombras sagaces sentadas en las sillas
y la mesa con su muy significativo silencio.

Y saben los vasos por qué, en el fondo,
el té se enfría sin que nadie se lo tome.
Swift ya no tiene ninguna esperanza,
nadie lo leerá esta noche.

¿Y los pájaros? No te hagas ilusiones:
ayer vi cómo en el cielo
escribían abierta y claramente
el nombre con el que te llamo.

¿Y los árboles? Dime qué quiere decir
su murmullo infatigable.
Dices: tal vez el viento tenga a bien saber.
¿Y cómo supo el viento de lo nuestro?

Entra por la ventana una mariposa nocturna
y con sus alas velludas
ensaya despegues y aterrizajes
zumbando terca sobre nuestras cabezas.

¿Acaso no ve más que nosotros
con agudeza de su vista de insecto?
Yo no lo presentí, tú no lo adivinaste:
nuestros corazones brillan en la oscuridad.

Wislawa Szymborska.

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Armando Guerrero, Oaxaca, México.