Amigos en la obscuridad.

Puedo recordar morirme de hambre
en una habitación pequeña de una ciudad extraña
las sombras habían caído, escuchando
música clásica
era joven era tan joven duele como un cuchillo
clavado
porque no había alternativa excepto esconderse tanto
como fuera posible--
no con autocompasión sino con consternación ante mi limitada posibilidad:
intentando conectarme.

los viejos compositores -- Mozart, Bach, Beethoven,
Brahms fueron los únicos que me hablaban
y ellos estaban muertos.

finalmente, muerto de hambre y vencido, tuve que salir a
las calles para ser entrevistado para trabajos
mal pagados
y monótonos
por hombres extraños tras escritorios
hombres sin ojos hombres sin rostros
que se llevarían mis horas
las romperían
se mearían sobre ellas.

ahora trabajo para los editores los lectores
los críticos

pero haraganeo y bebo con
Mozart, Bach, Brahms y los
Bee
algunos amigos
algunos hombres
a veces todos necesitamos ser capaces de continuar solos
son los muertos
haciendo vibrar
los muros que nos rodean.

Charles Bukowski.

Nunca quise.

Siempre fui un mal mecanógrafo y nunca aprendí a
deletrear bien porque nunca quise
nunca aprendí debidamente a manejar un automóvil
pero me compré uno
en un lote de carros usados por sólo 35 dólares; me
subí a él
con mi borracha compañera y casi destrozo un lado
del hospital
al dar mi primer vuelta a la izquierda

nunca aprendí música porque me disgustaba
la maestra con su peluca blanca y su cara polveada
me metí de voluntario a ROTC* porque no quería
ser atleta
y me inscribieron en una competencia de cómo manejar
las armas
y no quise ganar y gané y me dieron una medalla
que después tiré por la alcantarilla

no aprendí música y ahora escucho
más música que las primeras cien personas
que mires pasar por la calle

desprecié el dinero y mi primera esposa fue millonaria se
deshizo de mí y ya no tuve más esposas

odié a los poetas y a la poesía y comencé a escribir
poesía
y un día abrí los ojos y ya estaba en Hamburgo, Alemania
traducido a media docena de idiomas y había allí
más de mil personas sentadas en sillas y pasillos
otros encaramados en las vigas
les leí y se lo creyeron todo

no quise leer libros pero traté de leer a los grandes poetas
y novelistas, hombres que han inspirado a miles de hombres
a través de los siglos, pero sus libros se me cayeron de las manos
y me quedé dormido

fui a museos de arte y miré las pinturas famosas y
me aburrí
no me preocupa, no me considero un desadaptado,
considero desadaptados a ellos

me es difícil interesarme en algo o
enojarme cuando un policía me detiene
por alguna infracción
simplemente
me hundo en un gran mar de disgusto
¿quiere saber lo que hizo? me pregunta el policía
no, le contesto

tengo el mismo problema con las mujeres
mira, nomás te sientas y no digas nada
dicen, ahora bien, algo anda mal si nomás te quedas
sentado
y no dices nada
vacío mi copa y me sirvo otro trago
mira, dicen, platiquemos, tratemos de hacerla
yo no la quiero hacer contigo, les digo a todas
ni siquiera quiero escribir y cuando escribo
a veces una palabra extraña se mete y ahí la dejo
o cometo un error, por ejemplo:
trato de poner la “g” y pongo “h”, y si sucede
al inicio de una palabra, pues entonces utilizo una
palabra que empiece con “h”
no me importa

incluso como apostador de caballos, a veces no me
importa
una vez manejaba de L.A. a México
rumbo al hipódromo de agua caliente y a ¾ del camino
algo se amarró a la llanta y ahí viré a la derecha
por una calle y me estacioné frente a la valla protectora
de un precipicio
bajé del carro y me senté en la orilla del precipicio
el océano estaba a 40 o 60 yardas abajo
nunca había estado encantado con el océano pero ahí
me senté
porque ya no deseaba ir al hipódromo
no pensaba en nada, nada más estaba sentado
sin sentirme bien o mal

poco después me di cuenta de que tres ardillas
subían por el precipicio hacia donde yo estaba
se acercaban más y más dando saltos de seis pulgadas
o más
se detuvieron, me miraron, se acercaron mas dando
brinquitos
llegaron increíblemente cerca, las tres,
y sus ojos eran realmente hermosos, nunca había visto
ojos tan bellos
nunca en una mujer (no hay aquí ninguna mala intención
además, los ojos de los hombres nunca me han interesado)

luego, todas al mismo tiempo, se alejaron dando saltos
por la ladera del precipicio, rápidamente, con pies
seguros,
sin caer en el océano
ahí tomé conciencia de mi como hombre, y lo peor,
como escritor, y pensé nunca seré capaz de plasmar
esto.

Es cierto que compré mi primer auto en $35 y le
pregunté al hombre
¿prende el motor? ¿tiene llave?
no tenía resortes ni reversa y para hacer funcionar
las luces delanteras tenía que golpear el carro contra
un bache
del camino

tenía que estacionarme de bajada para poder encenderlo
funcionó dos años sin haberle cambiado el aceite y cuando
tronó ahí lo dejé y me fui caminando y
la mujer borracha que me acompañó durante el primer paseo
cuando lo del hospital, vivió un poco más que el carro,
conmigo y sin mí, pero más conmigo,

ella murió y la enterré una tarde tibia
al norte de Anaheim,
lo que más me gustó de ella
es que nunca me dijo “vamos a tratar de hacerla”
ella era mecanógrafa en una mueblería muy grande
del centro
tenía las piernas más hermosas que jamás hubiera
visto hasta entonces
y desde entonces

debí haberla amado más de lo que la amé
pero no quise.

Charles Bukowski.

*ROTC: Reserve Officers Training Corps.

Oh sí.

Hay cosas peores que
estar solo
pero a menudo toma décadas
darse cuenta de ello
y más a menudo
cuando esto ocurre
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
un demasiado tarde.

Charles Bukowski.

Carta desde muy lejos.

Ella me escribió una carta desde un pequeño
cuarto cerca al Sena.
dijo que iba a asistir a clases de
baile. Se levantaba, dijo
a las 5 en punto de la mañana
y escribía a máquina poemas
o pintaba
y cuando sentía deseos de llorar
tenía una banca especial
junto al río.

Su libro de Cantos
se iría
en la Caída.

No supe qué decirle
pero
le conté
que haría sacar cualquiera de los dientes dañados
y tener cuidado del amante
francés.

Puse su foto junto al radio
cerca del ventilador
y se movió
como algo
vivo.

Me senté y lo observé
hasta cuando ya había fumado
5 o 6
cigarrillos que quedaban.
Entonces me levanté
y me fui a la cama.

Charles Bukowski.

La tigresa.

Terribles discusiones.
y, por último, acostados pacíficamente
en su larga cama
estampada
en rojo con frescos diseños de flores,
mi cabeza y vientre abajo
cabeza a los lados
bañados por opaca luz
mientras ella se baña silenciosa en la
otra habitación,
todo va más allá de mí,
como la mayoría de las cosas,
escucho la música clásica en el radiecito,
ella se baña, oigo el ruido del agua.

Charles Bukowski.

Un día extraño.

Era uno de esos calurosos y agobiantes días en Hollywood
Park
y una inmensa multitud, una
cansadora, grosera, tonta
multitud.

gané en la última carrera y me quedé a recoger el premio y cuando
me subí al auto
había una inmensa congestión de autos intentando
salir de allí.

entonces me saque los zapatos, me senté y esperé, prendí la
radio, con suerte encontré música clásica, encontré
un poco de whisky en la guantera, lo destapé
y tomé un
trago.

dejaré que todos salgan
pensé, después me
voy.

encontré tres cuartos de un cigarro, lo prendí, tomé otro trago
de whisky.

escuchaba la música, fumaba, tomaba del
whisky y veía a los perdedores
salir.

incluso había por allí un jueguito de mierda
a unas 100 yardas al
este

entonces aquello
terminó.

decidí terminarme el poco
de trago.

eso hice, me estiré en el
asiento.

no sé cuanto tiempo
dormí
pero al despertar estaba oscuro y
el estacionamiento estaba
vacío.

decidí no ponerme los zapatos, encendí el auto
y salí de
allí…

al volver a mi lugar pude escuchar el teléfono
que sonaba.

mientras metía la llave en la puerta y la abría,
el teléfono seguía
sonando.

caminé, levanté el
teléfono.

"¿aló?"

"hijo de puta ¿dónde has
estado?"

"en el hipódromo"

"¿el hipódromo? ¡son las 12 y media de la noche! ¡he estado
llamándote desde
las 7 de la tarde!"

"recién acabo de llegar del
hipódromo".

"¡no te creo!"
y ella colgó.

caminé hacia el refrigerador, saqué una cerveza, fui
al baño, dejé el agua corriendo en la
tina.
terminé la cerveza, saqué otra, la destapé y
me metí en la tina.

el teléfono sonó
de nuevo.

salí de la tina con mi cerveza y
dejando todo mojado
caminé hacia el teléfono, lo levanté.

"¿bueno?"

"¡hijo de puta, todavía no
te creo!"

y me colgó.

caminé de vuelta a la tina con mi cerveza,
dejando una estela de
agua.

en cuanto logré meterme a la tina
el teléfono sonó
otra vez.

lo dejé sonar, contando las
veces que lo hacía: 1,2,3,4,5,6,7,8,9,
10,11,12,13,14,15,
16,…

ella colgó.

entonces, unos 3 o 4 minutos
pasaron.
el teléfono sonó
de nuevo.

conté las veces:
1,2,3,4,5,6.7.8,
9,…

entonces hubo
silencio.

en eso me acordé que había
dejado mis zapatos en el
auto.
no importaba, sólo que tenía
un par.

no era probable, sin embargo, que alguien
quisiera alguna vez robar ese
auto.
me salí de la tina para buscar otra
cerveza,
dejando otra estela
tras de mí.

era el final de un
largo
largo
día.

Charles Bukowski.

Elogio al infierno de una dama.

Algunos perros que duermen a la noche
deben soñar con huesos
y yo recuerdo tus huesos en la carne
o mejor
en ese vestido verde oscuro
y esos zapatos de tacón alto negros y brillantes,
siempre puteabas cuando estabas borracha,
tu pelo se resbalaba de tu oreja
querías explotar de lo que te atrapaba:
recuerdos podridos de un pasado podrido,
y al final escapaste muriendo,
dejándome con el presente podrido.
hace 28 años que estás muerta
y sin embargo te recuerdo
mejor que a cualquiera de las otras
fuiste la única que comprendió
la futilidad del arreglo con la vida.
las demás sólo estaban incómodas con
segmentos triviales,
criticaban absurdamente lo pequeñito:
Jane, te asesinaron por saber demasiado.
vaya un trago por tus huesos
con los que este viejo perro
sueña todavía.

Charles Bukowski.

Cuanto más te esfuerzas.

El desperdicio de palabras
continúa con una pasmosa
perseverancia
mientras el camarero corre con la bandeja llena
a cuestas
para todos los blanquitos espabilados que se ríen
de nosotros.
da igual. da igual,
siempre y cuando tengas los zapatos atados y
nadie te siga muy
de cerca.
ser capaz de rascarte y
mostrar indiferencia es victoria
suficiente.
esas mentes estreñidas que buscan
un sentido más alto
serán despachadas con el resto
de la basura.
tómatelo con calma.
si hay luz
ya te
encontrará.

Charles Bukowski.

¿Así que quieres ser escritor?

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.

Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.

Si primero tienes que leerlo a tu esposa
ó a tu novia ó a tu novio
ó a tus padres ó a cualquiera,
no estás preparado.

No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.

Charles Bukowski.

Canción de amor a la inversa.

Podría reducir a menos que polvo 90 montañas
a gritos
si un solo ser humano tuviera ojos en la cara
y corazón en el cuerpo,
pero no hay la menor posibilidad,
dios mío,
ninguna posibilidad.
rata con rata perro con perro cerdo con cerdo,
toca el piano borracho
escucha el piano borracho,
comprende el mito de la clemencia
quédate en tu sitio
mientras gruñe una voz de niño siquiera
y no nos han engañado
sólo era que queríamos creer.

Charles Bukowski.

Que risa.

Sería bueno salir
de acá,
irse,
reventar, huir
de los recuerdos de todo
esto,
pero quedarse tiene su
sabor también:
todas esas nenas que
creían estar
muy fuertes
y ahora viven en sucios
departamentos
mientras esperan
el próximo capítulo
de la telenovela,
y todos esos tipos
ésos que de veras
creían
que iban a conseguirlo,
sonriendo en el
álbum del colegio con sus
caritas lozanas,
ahora son
policías,
empleados,
encargados del puesto
de tacos,
peones del hipódromo,
huellas en el
polvo.

es bueno quedarse
por acá
y ver qué
les pasó a
los demás - sólo que
cuando vayas
al baño,
evita el
espejo
y
no mires
lo que el agua
se lleva
cuando tiras
la cadena.

Charles Bukowski.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.