Señales de tránsito.

Los viejos amigos del pueblo juegan
en el parque contemplando el mar
haciendo marcas en el cemento
con bastones de madera.
juegan cuatro, dos de cada lado
mientras 18 ó 20 se sientan
bajo el sol y miran
los observo cuando me dirijo
hacia un edificio público
mientras arreglan mi coche.

hay un viejo cañón en el parque
oxidado e inútil.
seis o siete veleros surcan
mar abajo.

termino mis deberes
salgo
y siguen jugando.

una de las mujeres está exageradamente
maquillada
usa pestañas postizas y fuma
cigarro.
los hombres son muy delgados
muy pálidos
llevan relojes de mano que hieren
sus muñecas.

hay otra mujer muy gorda
que ríe estúpidamente
cada vez que alguien logra un punto
algunos de ellos son de mi edad.

me repugna
la forma en que esperan la muerte
con la misma pasión
que una señal de tránsito.

es el tipo de gente que cree en los comerciales
es el tipo de gente que compra dentaduras postizas
a crédito
es el tipo de gente que celebra los días festivos
es el tipo de gente que tiene nietos
es el tipo de gente que vota
es el tipo de gente a quien le hacen funerales.

Son como la muerte
el esmog
el aire hediondo
la lepra.

finalmente.
así es la mayoría de la gente.

las gaviotas son mejores
las algas marinas son mejores
la arena sucia es mejor

si pudiera dirigir ese viejo cañón
hacia ellos
y hacerlo estallar
lo haría

me repugnan.

Charles Bukowski.

Garras del paraiso.

Mariposa de madera
sonrisa de bicarbonato
mosca de serrín
me gusta mi barriga
y el tipo de la tienda de vinos
me llama
~Señor Schlitz~
los cajeros del hipódromo
gritan
~EL POETA SABE!~
cuando cobro mis apuestas.
las damas
que entran y salen de la cama
dicen que me aman
cuando paso a su lado con
blancos pies mojados.

albatros con ojos borrachos
calzoncillos sucios de Popeye
chinches de París,
he salvado las barricadas
he dominado el automóvil
la resaca
las lágrimas
pero conozco
el destino final
como cualquier colegial que ve
cómo el tráfico aplasta
al gato al pasar.

mi cráneo tiene una hendidura de
pulgada y media justo en la
bóveda.
la mayor parte de mis dientes está
delante,
me mareo a oleadas en los supermercados
escupo sangre cuando bebo
whisky
y me entra una pena
que llega a hacerse
dolor
cuando pienso en todas las
buenas mujeres que he conocido
y que se han diluido
desvanecido
entre trivialidades:
viajes a Pasadena,
picnics con los niños,
tapones de pasta de dientes
por el desagüe.

no hay nada que hacer
sino beber
apostar a los caballos
apostar a los poemas

cuando las jovencitas
se hacen mujeres
y las ametralladoras
apuntan hacia mí
agachado
tras muros más delgados
que los párpados.
no hay mas defensa
que todos los errores
cometidos.

entretanto
me ducho
contesto el teléfono
hago huevos duros
estudio el movimiento y el deterioro
y me siento tan bien
como cualquiera
mientras paseo al sol.

Charles Bukowski.

Tonalidades.

Los soldados marchan sin armas
las tumbas están vacías
en la lluvia se deslizan pavorreales

bajando escaleras
marchan sonrientes hombres grandiosos

hay suficiente comida y suficiente dinero para la renta
y tiempo suficiente

nuestras mujeres no se harán viejas

no llegaré a viejo

los vagabundos usan diamantes en sus dedos
Hitler saluda de mano a los judíos

el cielo huele a carne quemada
soy una cortina incendiándose

soy agua evaporándose

soy una víbora soy la orilla de un vaso que corta
soy sangre

soy este caracol ferviente
que se arrastra a casa.

Charles Bukowski.

Los mellizos.

A veces él me insinuaba que yo era un bastardo y yo le
decía
que escuchara a Brahms, que aprendiera a pintar y beber
y no ser dominado por mujeres ni dólares
pero sólo me gritó: !Por el amor de Dios, recuerda a
tu madre, recuerda a tu patria,
nos vas a matar a todos...!

me muevo a través de su casa (de la cual aún debe 8000
dólares después de 20 años en el mismo empleo) y miro
sus zapatos muertos, la forma en que sus pies enroscaron
la piel como si hubiera estado enojado plantando sus rosas,
y sí que lo estaba,
y miro su cigarrillo muerto, su último cigarrillo y la
última cama sobre la cual durmió esa noche, y siento
como si debiera tenderla, pero no puedo, pues tu padre
siempre es el amo aún después de muerto;
supongo que estas cosas suceden
y no puedo dejar de pensar en:
morir sobre el piso de la cocina a las 7 de la mañana
mientras otras gentes fríen sus huevos,
no es duro
a menos que a ti te suceda.
salgo y corto del árbol una naranja y le quito la piel
luminosa,
las cosas siguen con vida, el pasto crece bastante bien,
el sol manda sus rayos circundados por un satélite ruso,
un perro ladra sin sentido en algún lugar,
los vecinos fisgonean a través de las persianas.
aquí soy un extranjero y (supongo) he sido algo pícaro,
no dudo que él me haya pintado bastante bien (el viejo
y yo peleábamos como leones monteses) y dicen que dejó todo
a una mujer en Duarte; me vale madre, puede quedarse
con todo,
él era mi viejo
y ya murió.

ya dentro, me pongo su traje azul claro,
el mejor que me haya puesto en toda mi vida,
y aleteo las mangas como un espantapájaros al viento
pero de nada sirve:
a pesar de tanto odio que hubo entre nosotros
lo quiero mantener con vida pero no puedo.

nos parecíamos, bien pudimos haber sido mellizos
el viejo y yo, eso decían.
él siempre tenía listos los bulbos para ser sembrados
mientras yo estaba acostado con una puta de la calle
tercera.

muy bien. concédanos este momento:
parado frente al espejo
en el traje de mi padre muerto
esperando también
a la muerte.

Charles Bukowski.

Sandra.

Es la esbelta y alta
damisela
con aros y
vestido largo

Siempre anda drogada
y acelerada
con zapatos de tacón
metiéndose pastillas
borracha.

Sandra se inclina
hacia afuera de su silla
hacia Glenbdale

Pienso que se va a dar
en la cabeza con la cerradura
del placard
cuando intenta
encender
otro cigarrillo
con el que aún
tiene encendido.

A sus 32 años le gustan
los jóvenes pulcros
sin cicatrices
con cara de nalga
de princesa.

Me lo dijo muchas veces
y me mostró sus trofeos
carne joven rubia
estúpida y silenciosa
que
a) se sienta
b) se levanta
c) habla
cuando ella lo ordena

A veces me muestra uno
a veces dos
a veces tres.

Sandra se ve muy bien
de vestido largo
Sandra es muy capaz de
romperle el corazón a un hombre.

Espero que encuentre
uno.

Charles Bukowski.

La superficie del sol.

Los toros son grandiosos
como la superficie del sol
y aunque los matan para las rancias multitudes,
es el toro quien atiza el fuego,
y aunque hay toros cobardes
tanto como toreros y hombres cobardes,
generalmente el toro se mantiene puro
y muere inmaculado
sin ser tocado por símbolos y élites o falsos amores,
y cuando lo sacar arrastrando
nada ha muerto
y el hedor final
es el mundo.

Charles Bukowski.

Cisne de primavera.

También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.

Charles Bukowski.

Si consideramos.

Si consideramos lo que puede verse:
motores que nos vuelven locos,
amantes que acaban odiándose,
ese pescado que en el mercado
mira fijamente hacia arriba adentrándose en nuestras mentes,
flores podridas, moscas atrapadas en telarañas,
motines, rugidos de leones enjaulados,
payasos enamorados de billetes,
naciones que trasladan a la gente como peones de ajedrez,
ladrones a la luz del día con maravillosas
esposas y vinos por la noche,
las cárceles atestadas,
el tópico de los parados,
hierba moribunda, fuegos insignificantes,
hombres suficientemente viejos como para amar la tumba.

Esas y otras cosas
demuestran que la vida gira sobre un eje podrido.

Pero nos han dejado un poco de música
y un póster clavado en un rincón
un vaso de whisky, una corbata azul
un delgado volumen de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo le estuviera
retorciendo la cola
sobre la hierba y el griterío
y después, de nuevo, el amor
como un coche que dobla la esquina,
puntual,
la ciudad a la espera
el vino y las flores
el agua corriendo a través del lago
y verano e invierno y verano y verano
y de nuevo invierno.

Charles Bukowski.

40,000 moscas.

Separados por una tormenta pasajera
nos juntamos nuevamente

buscamos cuarteaduras en paredes y techos
y las eternas arañas

Me pregunto si habrá una mujer más

Ahora
40,000 moscas recorren los brazos
de mi alma
cantando:
"I met a million dollar baby in
5 and 10 cent store"

¿brazos de mi alma?
¿moscas?
¿cantando?

¿qué clase de mierda es
ésta?

Es tan fácil ser poeta
y tan difícil ser
hombre.

Charles Bukowski.

Final.

Somos como rosas que nunca se molestaron por
germinar cuando debimos
haberlo hecho y
es como si
el sol se hubiera hartado
de esperar.

Charles Bukowski.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.