Uñas; ventanas de la nariz; cordones de zapatos.

El conducto de la gasolina tiene una fuga, el pájaro ha
volado de la
jaula, el horizonte está punteado de buitres;
Benny por fin dejó de meterse y ahora Betty trabaja
de camarera; y
el deshollinador fue bastante delicado mientras
dejaba escapar risillas entre el
hollín.
caminé kilómetros enteros por la ciudad y no reconocí
nada mientras una garra gigante me devoraba
el estómago y notaba el interior de la cabeza
etéreo como si estuviera a punto de volverme
loco.
no es tanto que nada significa
nada cuanto que cada vez más sigue sin
significar nada,
no hay escape, sólo los gurús y buhoneros
y dioses autoproclamados.
cuanto más dice la gente, menos hay
que decir.
incluso los mejores libros son serrín seco.
veo los combates de boxeo y tomo abundantes
notas sobre futilidad.
entonces vuelve a abrirse de golpe la puerta
y ahí están las hermosas sedas
y los poderosos caballos corriendo
contra el cielo.
que tristeza: todo intenta
abrirse paso para
florecer.
todos los días deberían ser un milagro en vez de
una maquinación.
en mi mano yace el último azulejo.
las sombras rugen cual leones y las paredes
retiemblan, danzantes en torno a mi
cabeza.
entonces sus ojos me miran, el amor me rompe
los huesos y río.

Charles Bukowski.

Adiós, amor mío.

Mortal ceniza de todo
lo hemos vapuleado hasta hacerlo pedazos
le hemos arrancado la cabeza
los brazos
las piernas
hemos cortado órganos sexuales
nos hemos meado en el corazón

mortal ceniza de todo
en todas partes
ahora las aceras son más duras
los ojos del populacho más crueles
la música de peor gusto

ceniza
sólo me queda pura
ceniza

primero nos meamos en el corazón
ahora nos meamos en la ceniza.

Charles Bukowski.

No es mucho.

Supongo que igual que otros
he pasado por fuego y espada,
amor descarriado,
colisiones frontales, borracho en alta mar,
y he escuchado el sencillo sonido del agua corriente
en bañeras
y deseado ahogarme
pero simplemente no podía soportar a los otros
bajando mi cadáver tres tramos de escaleras
hasta las bocas abiertas de viejecitas curiosas;
la psique ha ardido
y nos han dejado sin sentido,
el mundo ha quedado más obscuro que un toque de queda
en un armario lleno de vampiros hambrientos,
y el whisky y el vino han entrado en nuestras venas
cuando la sangre estaba demasiado débil para continuar;
y les ocurrirá a otros,
y nuestros escasos buenos tiempos serán excepcionales
porque tenemos sentido crítico
y no es tan fácil camelarnos con risas;
pequeños mosquitos se arrastran por nuestra persiana
pero vemos a través de ella
un paisaje baldío
y les dejamos disfrutar de su momento;
sólo pedimos que los leopardos velaran
por nuestros sueños cada vez más escasos.
una vez yací en un
hospital blanco
para los agonizantes y el yo
agonizante, donde algún dios meó una lluvia de
razón para hacer que las cosas medraran
sólo para morir, donde de rodillas
Supliqué LUZ,
supliqué l*u*z,
y rezando
me arrastré cual babosa ciega hacia la
telaraña
donde hebras de viento se me pegaron a la mente
y morí de pena
por el Hombre, por mí mismo,
en una cruz sin clavos
mirando aterrado mientras
el cerdo eructa en la pocilga, se tira pedos,
parpadea y come.

Charles Bukowski.

Cerca de un ventanal.

Los perros y los ángeles no andan
muy lejos.
suelo ir a un garito*
a comer
hacia las 2.30 de la tarde
porque toda la gente que come
allí está cuerda por completo,
alegre sencillamente de estar viva y
comiendo
lo que sea que coman
cerca de un ventanal
que da la bienvenida al sol
pero no deja que entren los coches
ni las aceras.

enfrente hay un bar topless
chino
que ya está abierto a las 2.30 de
la tarde.
está pintado de un inane* e inerme
azul.

se nos permite tomar tanto café
como podamos beber
y todos nos sentamos y bebemos en silencio
el café solo e intenso.

se está bien sentado en algún lugar
en público a las 2.30 de la tarde
sin que te arranquen la piel de
los huesos.

nadie nos molesta.
no molestamos a nadie.

los ángeles y los perros no andan
muy lejos
a las 2.30 de la tarde.

tengo mi mesa preferida
junto al ventanal
y después de acabar
apilo los platos, platillos,
la taza, los cubiertos, etc.
pulcramente
en un cómodo montoncillo
--mi ofrenda a la
camarera entrada en años--
comida y tiempo
incólumes,*
y ese cabrón de sol
ahí fuera
afanándose a base de bien
arriba y
abajo.

Charles Bukowski.

Garito.
(De garita).
1. m. Casa clandestina donde juegan los tahúres o fulleros.
2. m. Ganancia que se saca de la casa del juego.
3. m. Establecimiento de diversión, especialmente el de mala fama.

Inane.
(Del lat. inānis).
1. adj. Vano, fútil, inútil.

Incólume.
(Del lat. incolŭmis).
1. adj. Sano, sin lesión ni menoscabo.

Un futuro congresista.

En los servicios del
hipódromo
un crío de unos
7 u 8 años
salió de un cubículo
y el tipo
que le esperaba
(probablemente su
padre)
le preguntó:
--¿qué has hecho con el
formulario de apuestas?
te lo he dado para que
lo guardaras.
--¡no -- dijo el crío--, no
lo he visto! ¡no
lo tengo!

se marcharon y
entré en el cubículo
porque era el único
disponible
y allí
en el retrete
estaba el
formulario.

tiré de la cadena
para que se fuera
por el desagüe
pero siguió flotando
en un amasijo indolente
y
allí se quedó.

salí de
allí y encontré
otro
cubículo vacío.

ese crío estaba listo
para que su vida diera comienzo.
sin duda
tendría gran éxito
el capullo
embustero.

Charles Bukowski.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.