Uñas; ventanas de la nariz; cordones de zapatos.

El conducto de la gasolina tiene una fuga, el pájaro ha
volado de la
jaula, el horizonte está punteado de buitres;
Benny por fin dejó de meterse y ahora Betty trabaja
de camarera; y
el deshollinador fue bastante delicado mientras
dejaba escapar risillas entre el
hollín.
caminé kilómetros enteros por la ciudad y no reconocí
nada mientras una garra gigante me devoraba
el estómago y notaba el interior de la cabeza
etéreo como si estuviera a punto de volverme
loco.
no es tanto que nada significa
nada cuanto que cada vez más sigue sin
significar nada,
no hay escape, sólo los gurús y buhoneros
y dioses autoproclamados.
cuanto más dice la gente, menos hay
que decir.
incluso los mejores libros son serrín seco.
veo los combates de boxeo y tomo abundantes
notas sobre futilidad.
entonces vuelve a abrirse de golpe la puerta
y ahí están las hermosas sedas
y los poderosos caballos corriendo
contra el cielo.
que tristeza: todo intenta
abrirse paso para
florecer.
todos los días deberían ser un milagro en vez de
una maquinación.
en mi mano yace el último azulejo.
las sombras rugen cual leones y las paredes
retiemblan, danzantes en torno a mi
cabeza.
entonces sus ojos me miran, el amor me rompe
los huesos y río.

Charles Bukowski.

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Armando Guerrero, Oaxaca, México.