El sueño, el sueño.

Siempre hay alguna Carmen a la vuelta
de alguna esquina
en algun parte
pero también es cierto que las Cármenes nunca
duran mucho;
las Cármenes apenas duran
nada.
lo veo en los ojos de los hombres
por todas partes...
hombres sentados en la barra de cafeterías
hombres que conducen buses
hombres que hacen discursos políticos
hombres que sacan dientes
hombres en jaulas de tigres
hombres que veo por todas partes...

El hombre que veo mientras me afeito
me devuelve la mirada con ojos entornados
su Carmen también se ha ido;
ese hombre (yo) está
pensando ahora en lo que
podría hacer en realidad
la navaja, la idea siempre
está presente...

pero el juego nos hace seguir
adelante: siempre hay alguna Carmen nueva
a la espera
en alguna parte
justo a la vuelta
de la esquina.

Charles Bukowski.

Una nota en la aldaba.

¿Sí?, dije, ¿de
verdad?
sí, me dijo, vive en
Malibu, voy a verla
esta noche.
ah, le dije, ¿lleváis
mucho tiempo saliendo?
claro que no, joder, no soy
masoquista.

se toqueteó la cadena de oro
y habló de
poesía. hablo de poesía
durante una
hora.

yo tampoco soy masoquista, le dije,
así que, ¿quieres
irte a tomar por
el culo?

se fue. pero sabía que
volvería.

él hablaba de
poesía. yo la
escribía.

era incapaz de entender
que ésta y nosotros
no éramos
lo mismo.

Charles Bukowski.

La vida en correos.

Me acurruco delante de un laberinto
de cajitas de madera
introduciendo tarjetas y cartas
dirigidas a vidas
inexistentes
mientras la ciudad entera festeja
y folla en la calle y canta
con los pájaros.
estoy bajo una lamparita eléctrica
y envío mensajes a un tal García muerto,
y soy lo bastante mayor para morir
(siempre he sido lo bastante mayor para morir)
mientras estoy plantado ante este laberinto de madera
y sacio su sorda sed;
esto es mi trabajo, mi alquiler, mi puta, mis zapatos,
la sanguijuela que me chupa el color de los ojos;
amo, maldito seas, me has encontrado,
con la boca fruncida
las manos arrugadas contra
el pecho sin sol moteado de rojo;
la calle es tan dura, al menos
concédeme el descanso por el que he pagado una vida,
y cuando llegue el Halcón
saldré a su encuentro,
nos abrazamos donde el papel de la pared está rasgado
de cuando entró la lluvia.
ahora estoy ante madera y números,
estoy ante un camposanto de ojos y bocas
de cabezas ahuecadas para las sombras,
y las sombras entran
cual ratones y me miran.
introduzco postales y cartas con números secretos mientras
agentes cortan cables y comprueban mi ritmo cardiaco,
escuchan en busca de cordura
o alegría o amor, y no encuentran nada,
satisfechos, se marchan;
adentro, adentro, adentro, estoy ante el laberinto de madera
y el alma se me desvanece
y más allá del laberinto hay una ventana
con sonidos, hierba, paseos, torres, perros,
pero aquí estoy y aquí me quedo,
enviando tarjetas con mi propia esquela impresa;
y estoy harto de afecto: vete de aquí, todo,
y envía fuego.

Charles Bukowski.

Paga el alquiler o lárgate.

En algún lugar la princesa muerta
yace con un nuevo amante;
sólo me quedan unos cuantos paquetes de tabaco
vacíos
rescatados de redes de añoranza
pero todo va bien
salvo por el color y el porte
de la avispa,
la cera demasiado roja
y una nota de la mujer en la colina
que me compra los cuadros:
~me preguntaba por ti. llámame.
con cariño, R.~,
y otra nota por debajo de la
puerta:
~paga el alquiler o lárgate~.
el calentador está encendido y
tengo un tarro de pura pimienta
molida delante,
y papel de máquina
para llenarlo de poemas;
todo va bien,
en las aceras resuena el chasquear de los
tacones,
arrancan motores,
y tengo que lavar estas malditas
tazas de café enfermas;
y me pregunto, ¿qué tal estás, amigo
mío?
¿qué tal te va? ¿decepcionado?
¿desdichado?
¿yo? es duro. duro como un
buen poema.
pero me siento bien,
y de veras,
en esencia, dentro de poco voy
a comer
picadillo o estofado, algo
de una lata.
también es posible que levante pesas y
espero
seguir sintiéndome bien, aunque la
radio se oye sucia
y habla de tonterías como
el buen servicio en los aviones;
ahora son las 7:30, y así es como
viven y mueren
los hombres: no a la manera de Eliot
sino
a la mía, a la nuestra,
quedos cual ala plegada,
el odio quemando igual que un tubo;
las cortinas se vienen abajo
desgarradas por el tiempo
y tengo un cuchillo a mi izquierda que
no cortaría una cebolla siquiera
pero no tengo cebollas que
cortar, y
espero que tú también te sientas
bien.

Charles Bukowski.

Plenitud.

Se adiestró en
la ira
el odio y la estrategia
artera.

siempre creí que
al final se le pasaría
que estaba atolondrada de
tanto concepto erróneo y malos
consejos.

siempre creí se le
pasaría.

escuché las acusasiones contra mí
a sabiendas de que algunas eran ciertas
pero desde luego no
lo bastante importantes
para convertirse en blanco de
violencia, envidia, venganza.

creía que sin duda se le
pasaría.

no monté ninguna
defensa
pensando que la razón
pausada
nos salvaría
a los dos
pero su determinación
se reafirmó;
incluso entonces
lo tomé por energía
testaruda y un exceso de
entusiasmo

pero en cuanto cedía terreno,
se me cogía más
terreno.

señor, pensé, no es más que simple
violencia.

así que saqué mi caballo del establo
al trote,
afilé los cuchillos y
lancé un
contraataque.

por fin había dado con
un oponente tan bueno como cabía
encontrar.

su determinación exigía su propia
destrucción.

había encontrado la horma
de su zapato.
monté en mi corcel
con la espada en alto
listo hasta para el sol.

siempre había pedido guerra,
le concedería su deseo,
maldito sea el amor ahora,
como maldito fue cuando
llegó en un principio.

mi reticencia
desaparecería
para siempre

y la sangre
manaría

la suya y la mía

tal como quería ella.

Charles Bukowski.

Sábanas.

Esas sábanas que lleva,
dijo la vieja
en el dep. de artículos de uso doméstico,
son para una cama de matrimonio.
¿tiene una cama de matrimonio o
cama individual?
bueno, verá, le respondí
mi cama es bastante rara, es
algo así como una cama individual y media.
descríbame su cama, me dijo.
¿cómo?
descríbame su
cama.
preferiría no hacerlo, le dije.
bueno, me dijo la vieja, quiero que sepa
que las sábanas que lleva son
para una cama de matrimonio, y si tiene una cama
individual, va contra las leyes del estado.
¿qué?, le pregunté.
repítalo.
he dicho que va contra las leyes del
estado.
¿lo que quiere decir...?, le pregunté.
quiero decir que no puede devolver esas sábanas
después de haber abierto el
envoltorio.
de acuerdo, dije, déme un par de
individuales.
me trató con cómodo
desdén. creo que la vieja llevaba en
sábanas toda la
vida. creo que deberían poner jovencitas
en el dep. de sábanas.
después de todo, las sábanas no me hacen pensar en
dormir
en absoluto
sino en algo completamente
distinto. sobre todo las sábanas blancas y
nuevecitas.
deberían poner a las viejas como ella en
comida para perros. o herramientas de jardín. y
cuando me dio las individuales supe que sabía que
dormía solo. igual que
ella.

Charles Bukowski.

Una nota sobre la tigresa.

Primero, una terrible pelea.
luego, hicimos el amor.
ahora, por fin, yazgo tranquilamente
en su cama grande
que está
cubierta por un campo de elegantes flores,
la cabeza y la barriga hacia abajo,
la cabeza de lado,
rociado por una luz mitigada
mientras se baña sin hacer ruido en el
cuarto de al lado.
todo eso se me escapa,
como se me escapa la mayor parte de las cosas.
escucha música clásica en una radio pequeña.
ella se baña.
oigo el chapaleo del agua.

Charles Bukowski.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.