La gente, no.

¡Estornino! qué resolución en los
sosos, los faltos de inspiración
y los copistas.
nunca pierden la feroz gratitud
por su intrascendencia
ni olvidan reir
el ingenio de las babosas;
como un estudio sobre la disolución de los sentidos
harían echar la grava
a cualquier faraón;
en música prefieren la monotonía de
los grifos que gotean:
en el amor y el sexo se prefieren unos a otros
y por tanto agravan
el problema;
la energía con la que impulsan su
inutilidad
(sin el menor asomo de desconfianza)
hacia objetivos despreciables
es espléndida como
la mierda de vaca.
producen novelas, niños, muerte,
autopistas, ciudades, guerras, riqueza, pobreza, políticos
y áreas totales de grandiosos residuos;
es como si el mundo entero estuviera envuelto en vendas
mugrientas.
más vale pasear a altas horas
de la noche.
más vale ocuparte de tus asuntos sólo los
lunes y los
martes.
más vale quedarse sentado en un cuartito
con las persianas echadas
y
esperar.

los hombres más fuertes son los menos
y las mujeres más fuertes también
mueren solas.

Charles Bukowski.

Dos clases de infierno.

Estuve sentado en el mismo bar durante siete años, desde las
seis de la tarde
hasta las dos de la mañana.

a veces no recordaba haber vuelto
a mi habitación.

era como si estuviera sentado en ese taburete
continuamente.

no tenía dinero pero de alguna manera seguían
poniéndome copas.
no era el payaso del bar sino más bien el
bobo.
pero a menudo un bobo es capaz de encontrar a alguien
más bobo que lo invite a beber.
por suerte, era un garito
concurrido.

pero yo tenía un punto de vista: estaba a la espera de
que ocurriera
algo extraordinario.
sin embargo, a medida que iban transcurridos los años
no ocurría nada a menos que lo
provocara yo:

un espejo roto en el bar, una pelea con un gigante de
dos metros y pico, un flirteo con una lesbiana,
la capacidad para llamar al pan pan y al vino vino y
resolver disputas que no había empezado
yo, y demás...

un día sencillamente me levanté y me fui.

así, sin más.

y al empezar a beber a solas mi propia compañía me resultaba
más que satisfactoria.

luego, como si a los dioses les incordiara mi tranquilidad
de espíritu, las mujeres empezaron a llamar a mi puerta.
!los dioses enviaban mujeres al
bobo¡

las mujeres llegaban de una en una y cada vez que se
marchaba alguna
los dioses enviaban a otra de inmediato, sin darme
el más mínimo respiro.

y todas parecían al principio un nuevo milagro, pero todo
lo que
al principio parecía maravilloso terminaba
mal.

culpa mía, claro, sí eso solían
decirme.

los dioses son incapaces de dejarle a un tipo de beba solo;
tienen envidia de los
placeres sencillos; así que envían a una mujer que
llame a tu puerta.
recuerdo todos aquellos hoteles baratos; era como si todas
las mujeres;
fueran la misma; el primer delicado golpecito en la puerta
de madera y luego:
-vaya, he oído esa música tan hermosa que escuchas en la
radio. somos
vecinos. !estoy en la 603 pero nunca te he visto
por el pasillo¡

-adelante.

y la santidad se iba al carajo.

también recuerdas aquella vez que
te acercaste por detrás al gigante de dos metros y pico y le
tiraste
el gorro vaquero, al tiempo que gritabas:
-!eres tan alto que seguro que no puedes chuparle los
pezones
a tu madre¡

y alguien en el bar dijo: -oiga, caballero, olvídelo, está
grillado, es un gilipollas, no sabe lo que
se dice¡

-sé EXACTAMENTE lo que me digo y voy a decirlo otra vez:
>>eres tan alto que seguro... >>.

la pelea la ganó él pero no moriste, no tal como moriste
por dentro después de que
los dioses dispusieran que todas esas mujeres fueran a
llamar a tu puerta.

la pelea a puñetazos fue más limpia: él era lento, estúpido e
incluso estaba un tanto
asustado y la batalla te fue bastante bien durante un buen
rato,
tal como te fue al principio con todas esas mujeres que enviaron
los dioses.

la diferencia, decidí, estribaba en que al menos tuve una
oportunidad con las
mujeres.

Charles Bukowski.

No soy ningún Cagney

Había tomado prestado un televisor durante un mes
y vi unas pelis antiguas de Cagney.

una buena parte de la interacción de Cagney con las
mujeres
tiene lugar en la cocina
ellas dicen algo que a él no le
hace gracia. Las abofetea con un trapo
o les tira un pomelo a la
cara. ellas lloran y se precipitan a
a sus brazos.

a mí siempre me han atacado las
mujeres
sobre todo cuando estoy desanimado o
cansado. me echan por la puerta
bajo la lluvia, para caer de espladas
en charcos fangosos. me tiran cerveza por la cabeza,
se me abalanzan con cuchillos y sujetalibros,
me atacan
rugiendo cual leopardos
me hacen jirones abrigos y
camisas.
me atacan en el momento
en que hablo despreocupadamente con un
amigo o mientras estoy
durmiendo. a veces también se golpean la cabeza
contra la pared.

me marcho, les digo.

ah, tú siempre quieres acabar con el asunto,
¿verdad?

bueno, joder, te comportas como si no te
gustara.

!bueno, pues entonces, vete¡

me marcho. no soy ningún Cagney. me alejo al volante
pensando, ay, joder, Dios, que agradable es estar
solo otra vez.

tú lo tenías Jimmy.
lo que quiere una mujer es
una reacción.
lo que quiere un hombre es
una mujer.

eres el mejor.

Charles Bukowski.

Dientes blancos perfectos.

Por fin me he comprado una tele en color
y la otra noche
me topé con una peli
y hay un tipo en
París
está sin blanca
pero viste un traje muy bueno
y lleva la corbata anudada a la perfección
y no está preocupado ni borracho
sino que se encuentra en un café
y todas las mujeres preciosas están
enamoradas de él
y de alguna manera consigue pagar el alquiler
y seguir subiendo y bajando escaleras
con camisas limpísimas
y advierte a algunas chicas
que mientras ellas son incapaces de escribir poesía
él sí es capaz
pero en realidad no le apetece
en esos momentos:
en vez de eso busca la Verdad.
mientras tanto lleva el pelo cortado a la perfección
no tiene resaca
no tiene tics nerviosos en los ojos y posee dientes blancos
perfectos.

Charles Bukowski.

Acerca de latas de cerveza y envases de azúcar.

El buey, yo,
tengo frío esta noche
esta mañana
las 4 de la madrugada
con sólo una lata de cerveza y 2
puros;
mujer e hija se mudan
el miércoles;
suena en la radio una melodía escocesa y
la vieja estufa deja escapar
gas, gas, gas.

ojalá pudiera dormir.
por lo visto soy incapaz de dormir.

la muerte no siempre llega como una bomba
o una puta gorda
a veces la muerte se arrastra centímetro a centímetro
como una diminuta araña que se arrastra por el vientre
mientras
duermes.

esto no es nada nuevo para ti,
ya lo sé.

mis manos de esqueleto rezan esta noche
imploran algo
no sé
qué.

mis manos sostienen este puro
sobre mi sueño
vaciado.

soy
algo así como un chiste verde
trillado, contado muy tarde
cuando la gente ya no puede
reir.

hay una caja encima de la mesa.
leo la etiqueta, dice:
medidas de azúcar: 1 lb. en polvo equivale a
4 y? tazas tamizada; 1 lb. en grano equivale a
2 y? tazas, etc.

¡eso sí que es todo un nuevo mundo! me quedo sentado y
miro con lascivia la caja,
olvidándome de todo:
sopa de guisantes
General Grant
etc.

el buey, yo, tengo frío esta noche.
mañana iré a la tienda de comestibles y cogeré cajas vacías
para que puedan meter sus
cosas. la mujer guarda toda clase de cartas, lazos,
fotos. la niña, claro, tiene sus
juguetitos de niña.

necesito algo para leer. leo la cerveza, dice:
elaborada con agua pura de los manantiales de las
Montañas Rocosas.
que se convierte en meados; elaborado con carne que
se convierte en pasto de los gusanos;
elaborado con amor que se convierte en nada; mi tierra y
tu tierra; mi tumba y tu tumba; cierto sabor a
miel; el sueño dorado de una noche; vine por aquí una
temporada y luego me fui: elaborado, jodido,
prestado apropiado y mentido en nombre de la
Vida.

me bebo esa cerveza.

la
pagué.

ahora son las 5:30 y mucha gente ha follado y
dormido y ahora salen de sus pequeños sueños mientras
el tipo de la radio me pregunta si quiero pedir una
hipoteca por
mi casa.

puedo dormir con eso. puedo dormir pensando
que tal vez la próxima vez que haya revueltas en las calles
tal vez me dejen participar
aunque tengo la piel del color equivocado
y mientras estén luchando por Cadillacs y
teles en color
yo lucharé por algo diferente:
ahora mismo
no tengo
claro del todo
qué.

pero tal vez cuando despierte lo tenga claro.

ahora mismo se trata de apagar el puro
esperar a que abra la tienda de comestibles y
cambiarme los calzones
sucios.

Charles Bukowski.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.