[¡Estás, amor, estás!]


¡Estás, amor, estás!
¿Cómo he podido
dudar de tu existencia?
Cantas, amor, ¿cómo he podido
confundir una voz con el silencio?
¿Brillas, amor, porque no te veía?
Dame fe para verte
cuando otra vez parezca que
no estás.
Dame oídos para oírte
cuando se me figure que te callas.
Dame esta luz de hoy,
eternamente,
para que no te desconozca y
siempre
adore el ver tu forma,
que el alma ha visto hoy,
sin sombra alguna.


Pedro Salinas.

Partenogénesis

Todos los que me daban consejos
están más locos cada día.
Por suerte no les hice caso
y se fueron a otra ciudad,
en donde viven todos juntos
intercambiándose sombreros.

Eran sujetos estimables,
políticamente profundos,
y cada falta que yo hacía
les causaba tal sufrimiento
que encanecieron, se arrugaron,
dejaron de comer castañas,
y una otoñal melancolía
por fin los dejó delirantes.

Ahora yo no sé que ser,
si olvidadizo o respetuoso,
si continuar aconsejado
o reprocharles su delirio:
no sirvo para independiente,
me pierdo entre tanto follaje,
y no sé si salir o entrar,
si caminar o detenerme,
si comprar gatos o tomates.

Voy a tratar de comprender
lo que no debo hacer y hacerlo,
y así podre justificar
los caminos que se me pierdan,
porque si yo no me equivoco
quién va a creer en mis errores?
Si continúo siendo sabio
nadie me va a tomar en cuenta.

Pero trataré de cambiar:
voy a saludar con esmero,
voy a cuidar las apariencias
con dedicación y entusiasmo
hasta ser todo lo que quieran
que uno sea y que uno no sea,
hasta nos sino los otros.

Y entonces si me dejan tranquilo
me voy a cambiar de persona,
voy a discrepar de pellejo,
y cuando ya tenga otra boca,
otros zapatos otros ojos,
cuando ya sea diferente
y nadie pueda conocerme
seguiré haciendo lo mismo
porque no sé hacer otra cosa.


Pablo Neruda.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.