Sonata y destrucciones

DESPUÉS de mucho, después de vagas leguas,
confuso de dominios, incierto de territorios,
acompañado de pobres esperanzas
y compañías infieles y desconfiados sueños,
amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,
oigo en mi corazón mis pasos de jinete,
muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,
y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,
aquel que vela a la orilla de los campamentos,
el viajero armado de estériles resistencias,
detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,
me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.

Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,
y en mi sesión de atardeceres sin perfume,
en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,
y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,
adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,
mi golpe de plata y mi pérdida eterna.

Ardió la uva húmeda, y su agua funeral
aún vacila, aún reside,
y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.

Quién hizo ceremonia de cenizas?
Quién amó lo perdido, quién protegió lo último?
El hueso del padre, la madera del buque muerto,
y su propio final, su misma huida,
su fuerza triste, su dios miserable?

Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,
y el testimonio extraño que sostengo,
con eficiencia cruel y escrito en cenizas,
es la forma de olvido que prefiero,
el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,
la cantidad interminable que divido
con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.


Pablo Neruda.

La pregunta

Amor, una pregunta
te ha destrozado. 

Yo he regresado a ti
desde la incertidumbre con espinas. 

Te quiero recta
como la espada o el camino. 

Pero te empeñas
en guardar un recodo
de sombra que no quiero. 

Amor mío,
compréndeme,
te quiero toda,
de ojos a pies,
a uñas,
por dentro,
toda la claridad, la que guardabas.

Soy yo, amor mío,
quien golpea tu puerta.
No es el es el fantasma, no es
el que antes se detuvo en tu ventana.
yo echo la puerta abajo:
Yo entro en toda tu vida:
vengo a vivir en tu alma:
tú no puedes conmigo.

Tienes que abrir puerta a puerta,
tienes que obedecerme,
tienes que abrir los ojos
para que busque en ellos,
tienes que ver cómo ando
con pasos pesados
por todos los caminos
que, ciegos, me esperaban.

No me temas,
soy tuyo,
pero
no soy el pasajero ni el mendigo,
soy tu dueño, el que tú esperabas,
y ahora entro en tu vida,
para no salir más,
amor, amor, amor,
para quedarme.


Pablo Neruda.

Silencio

Yo que crecí dentro de un árbol
tendría mucho que decir,
pero aprendí tanto silencio
que tengo mucho que callar
y eso se conoce creciendo
sin otro goce que crecer,
sin más pasión que la substancia,
sin más acción que la inocencia,
y por dentro el tiempo dorado
hasta que la altura lo llama
para convertirlo en naranja.


Pablo Neruda.

Bodas

De qué sirve un ciervo sin cierva,
de qué sirve un perro sin perra,
una abeja sin su abejo,
una tigresa sin su tigre,
o una camella sin camello,
o una ballena sin balleno
o un rinoceronte soltero ?

De que sirve un gato sin gata,
un ruiseñor sin ruiseñora,
una paloma sin palomo,
un caballito sin caballa,
una cangreja sin cangrejo,
un agujero sin raíces?


A casarse, peces del mar,
pumas de la pumería,
zorros de cola engañosa,
pulgas hambrientas de
provincia.


A procrear! dice la tierra
con una voz tan invisible
que todos la ven y la tocan
y todos la oyen, y esperan.



Pablo Neruda.

Anillo


Un solo amor puede salvarlo todo,
lo que se fue, lo que ha partido y ya no vuelve,
los naufragios que emergen del olvido
y nos persiguen al fondo de algún sueño,
las pérdidas que en cada sombra nos acechan
con dados negros, esquivos a la suerte,
la llama que hizo noche en nuestras manos,
la angustia, el sufrimiento, los sollozos,
los oscuros Titanics de la sangre,
lo que nació para no ser y fue un instante
y el grito azul que era disfraz de la quimera…
Todo el furor, el polvo y la derrota
con un amor, un solo amor, pronto se salvan:
un solo amor puede salvarlo todo.


Eugenio Montejo.

Pobres muchachos

Cómo cuesta en este planeta
amarnos con tranquilidad:
todo el mundo mira las sábanas,
todos molestan a tu amor.

Y se cuentan cosas terribles
de un hombre y de una mujer
que después de muchos trajines
y muchas consideraciones
hacen algo insustituible,
se acuestan en una sola cama.

Yo me pregunto si las ranas
se vigilan y se estornudan,
si se susurran en las charcas
contra las ranas ilegales,
contra el placer de los batracios.
Yo me pregunto si los pájaros
tienen pájaros enemigos
y si el toro escucha a los bueyes
antes de verse con la vaca.

Ya los caminos tienen ojos,
los parques tienen policía,
son sigilosos los hoteles,
las ventanas anotan nombres,
se embarcan tropas y cañones
decididos contra el amor,
trabajan incesantemente
las gargantas y las orejas,
y un muchacho con su muchacha
se obligaron a florecer
volando en una bicicleta.


Pablo Neruda.

[¡Estás, amor, estás!]


¡Estás, amor, estás!
¿Cómo he podido
dudar de tu existencia?
Cantas, amor, ¿cómo he podido
confundir una voz con el silencio?
¿Brillas, amor, porque no te veía?
Dame fe para verte
cuando otra vez parezca que
no estás.
Dame oídos para oírte
cuando se me figure que te callas.
Dame esta luz de hoy,
eternamente,
para que no te desconozca y
siempre
adore el ver tu forma,
que el alma ha visto hoy,
sin sombra alguna.


Pedro Salinas.

Partenogénesis

Todos los que me daban consejos
están más locos cada día.
Por suerte no les hice caso
y se fueron a otra ciudad,
en donde viven todos juntos
intercambiándose sombreros.

Eran sujetos estimables,
políticamente profundos,
y cada falta que yo hacía
les causaba tal sufrimiento
que encanecieron, se arrugaron,
dejaron de comer castañas,
y una otoñal melancolía
por fin los dejó delirantes.

Ahora yo no sé que ser,
si olvidadizo o respetuoso,
si continuar aconsejado
o reprocharles su delirio:
no sirvo para independiente,
me pierdo entre tanto follaje,
y no sé si salir o entrar,
si caminar o detenerme,
si comprar gatos o tomates.

Voy a tratar de comprender
lo que no debo hacer y hacerlo,
y así podre justificar
los caminos que se me pierdan,
porque si yo no me equivoco
quién va a creer en mis errores?
Si continúo siendo sabio
nadie me va a tomar en cuenta.

Pero trataré de cambiar:
voy a saludar con esmero,
voy a cuidar las apariencias
con dedicación y entusiasmo
hasta ser todo lo que quieran
que uno sea y que uno no sea,
hasta nos sino los otros.

Y entonces si me dejan tranquilo
me voy a cambiar de persona,
voy a discrepar de pellejo,
y cuando ya tenga otra boca,
otros zapatos otros ojos,
cuando ya sea diferente
y nadie pueda conocerme
seguiré haciendo lo mismo
porque no sé hacer otra cosa.


Pablo Neruda.

Cuerpo lleno de barcos

CUERPO lleno de barcos,
ojos llamándonos al mar, senos, velámenes,
brazos en nuestros brazos, tumultuosos oleajes...

Noches de lámpara oscilante
con estrellas en la cubierta
y pájaros que pasan.
El temor al olvido se amontona
detrás de tus pestañas,
el temor al arribo en el próximo puerto
que puede separarnos.

Cuerpo lleno de barcos que se alejan
no sabemos adónde.
El temor al silencio que viene de las islas
y al desamparo de los horizontes
cuando ya no hay adiós sino naufragio.


Eugenio Montejo.

Me estoy labrando tu sombra

Me estoy labrando tu sombra.
La tengo ya sin los labios,
rojos y duros: ardían.
Te los habría besado
aún mucho más.

Luego te paro los brazos,
rápidos, largos, nerviosos.
Me ofrecían el camino
para que yo te estrechara.

Te arranco el color, el bulto.
Te mato el paso. Venías
derecha a mí. Lo que más
pena me ha dado, al callártela,
es tu voz. Densa, tan cálida,
más palpable que tu cuerpo.
Pero ya iba a traicionarnos.

Así
mi amor está libre, suelto,
con tu sombra descarnada.
Y puedo vivir en ti
sin temor
a lo que yo más deseo,
a tu beso, a tus abrazos.
Estar ya siempre pensando
en los labios, en la voz,
en el cuerpo,
que yo mismo te arranqué
para poder, ya sin ellos,
quererte.

¡Yo que los quería tanto!
Y estrechar sin fin, sin pena
—mientras se va inasidera,
con mi gran amor detrás,
la carne por su camino—
tu solo cuerpo posible:
tu dulce cuerpo pensado.


Pedro Salinas.

Esperas

Se oyen pasos
de alguien que no llega nunca.
Enrique Molina
 
Uno sigue esperando
sin responder a nadie
entre otras cosas porque
las sombras no preguntan
uno estira el silencio
abandonado y torpe
con los ojos abiertos
y la esperanza inmóvil
el cielo está tan lejos
y la tierra tan cerca
que no vale la pena
soñar con el futuro.
 
en secreto se aguardan
noticias del vacío
y sin embargo nadie
se asoma entre la niebla.
 
 
Mario Benedetti.
 

Un año

Vuelvo a contarme aquí mi vida
otra tarde de otoño
viejo de treinta y tres vueltas al sol.
Vuelvo a replegarme en esta silla
palpando su inocencia de madera,
ahora que el año hace su estruendo
y me sacude fuerte, de raíz.
En la terraza inicio otro descenso
al infierno, al invierno.
Sangran en mí las hojas de los árboles.


Eugenio Montejo.

Acaso una Palabra

                             I
 
Acaso una palabra
tan sólo, sé decir: al despedirme,
lo más mío de mí se precipita
afuera, y busca y toma lo que amo.
 
Decir adiós, hablar para perderte,
y saber que un instante,
el anudado instante en que lo digo,
puedo tenerte asida y te detengo.
 
Abro luego las manos, quedas libre.
Y el corazón te grita que te quedes
y no lo entiendes. Nunca
lo pudiste entender. Estamos solos.
 
Hay en todas partes una espina
extraña. Un soplo de ceniza ardiendo
tiembla en los corazones y las calles.
Es antes de la noche.
 
 
Rubén Bonifaz Nuño.

Pregunta más allá

¿Por qué pregunto dónde estás
si no estoy ciego,
si tu no estás ausente?
Si te veo,
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire, impalpable.

Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
y abres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti,
y me dices que mía.

Y te pregunto, siempre.


Pedro Salinas.

Vórtice

Del mar, a la montaña,
por el aire,
en la tierra,
de una boca a otra boca,
dando vueltas,
girando,
entre muebles y sombras,
displicente,
gritando,
he perdido la vida,
no sé dónde,
ni cuándo.


Oliverio Girondo.

Never trust a hippie

Como andamos tan confusos
vamos a decidir 10 cosas:
Redactaremos un estatuto que establezca claramente
quién manda
quién se somete
quién friega los platos
y cuál es la posición correcta del piloto del calentador.

Nos decidiremos de una vez a averiguar
el paradero de nuestros padres:
Daremos la espalda a esas parejas horribles
que en maldita hora nos adoptaron
y huiremos al bosque:

Allí husmearemos en las madrigueras
y en los troncos huecos
hasta hallar en nuestros interiores
a otros embusteros
más mansos
más dispuestos a hacer dinero
que no titubeen que no nos avergüencen
que sean chusma como el resto

Regresaremos a la metrópoli
Más maduros más capaces:
Seremos uno y todo con la piara*.
Con nuestras carteras repletas
amamantaremos a otra camada
que pronto nos mostrará el dedo medio
y renegando de nosotros
huirá a los bosques
en busca de su verdadero yo
que los devolverá sonrientes a la máquina.


Sergi Puertas.

*Piara.
1. f. Manada de cerdos, y, por ext., la de yeguas, mulas, etc.
2. f. ant. Rebaño de ovejas.

Armando Guerrero, Oaxaca, México.