Hablen, tienen tres minutos.


De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botella de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.

Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre,
o el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.

Julio Cortázar.

1 comentario:

The Resident dijo...

Las nubes se juntan para contar mi relato, y lloran conmigo el perderte de mi lado.

Tus pasos se borran en vagos recuerdos, como aquellas canciones que nunca aprendiste.

Se dice que sabes lo mucho que te extraño, se dice que sabes lo mucho que te quiero, pero ese guardián que se llama conciencia y ese orgullo llamado consejo, te impiden voltear y decirme...... te quiero….. a pesar de los tiempos.

Leonardo Orozco...... poeta cautivo en mundo de números.


Armando Guerrero, Oaxaca, México.