Trata de no hablar mal de nadie
a) por tres días
b) por cuarenta y cinco días
c) por tres meses.
Fíjate cómo afecta eso tu vida.
Yoko Ono.
Trata de no hablar mal de nadie
a) por tres días
b) por cuarenta y cinco días
c) por tres meses.
Fíjate cómo afecta eso tu vida.
Yoko Ono.
PARA ser grande, sé entero: nada
tuyo exagera o excluye.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Así en cada lago la luna toda
brilla, porque alta vive.
Ricardo Reis.
M. Santiago Papasquiaro.
Hay un montón de pájaros e insectos y animales que dejan de emitir cada cual su sonido o que se esconden al sentir tu presencia. Tirate boca arriba en el campo antes de que amanezca. A ver qué cambia. Siéntate en una silla en tu cuarto y no te muevas. A ver qué te dice. Con un grupo de gente, tú quedate callado. A ver qué te revelan. Vive con alguien un montón de tiempo. A ver qué pasa: a) en dos años b) en diez c) en veinte Prueba hacer esto último con paz y amor. Prueba hacer esto último con odio y resentimiento. A ver la diferencia.
Yoko Ono.
¿Quién creó al mundo?
¿Quién hizo al cisne, y al oso negro?
¿Quién dio forma al saltamontes?
Me refiero a este saltamontes,
el que acaba de saltar en la hierba,
el que ahora come azúcar de mi mano,
el que mueve las fauces de atrás para adelante y no de arriba abajo,
el que mira a su alrededor con enormes ojos complicados.
Ahora levanta una de sus patas y se lava la cara cuidadosamente.
Ahora de pronto abre sus alas y se va flotando.
Yo no sé con certeza lo que es una oración.
Sin embargo sé prestar atención
y sé cómo caer sobre la hierba,
cómo arrodillarme en la hierba,
cómo ser bendita y perezosa,
cómo andar por el campo,
que es lo que llevo haciendo todo el día.
Dime, ¿qué más debería haber hecho?
¿No es verdad que todo al final se muere, y tan pronto?
Dime, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?.
Mary Oliver.
Lo que yo llamo dios es mucho más enorme
y a veces mucho menos complicado
que lo que llamo dios. Un día
fue una casa de avispas en la lluvia
que llamé así en el hospital
donde sentía el sufrimiento de los otros
y la paciencia casual de los insectos
que luchaban por construir contra el agua.
También llamé dios a una puerta
y a un árbol al que entré una vez
para cargarme de energía
después de una derrota estrepitosa.
Dios es mi grado máximo de comprensión relativa
en el punto de total desesperación
en que una flor se pone en movimiento o un perro
rabioso se me acerca solidario.
Y sigue siendo dios la palabra que atribuyo
a los instintos más hermosos, debajo de la lluvia,
notando que en este lugar de paso
ya brotó y se murió varias veces lo que yo llamo alma
y tal vez sea la calma
en la química de mis deseos
de ofrecer algo.
Leonardo Fróes.
Cómo me lastimé, ya no me acuerdo:
fue mío tanto tiempo este dolor
que perdí la herida que lo había inventado
porque nadie conoce la belleza
de sus propios ojos
hasta que un humano explica que por ellos
Dios creó el marrón. Luego
ese mismo humano dice que vive para tocar
las partes más suaves, y con eso insinúa
que nuestra superficie puede entenderse
por su nivel de satinado. Voy a seguirlo
hasta quedar tan áspero por fuera
como lo estoy por dentro. No sabría decir dónde empezó
la masacre pero sé
cómo siento la mía, que convivo con ella
y que a veces me sirve para vivir
porque soy, como dicen los gladiadores,
un hombre enamorado; y el amor
es un recordatorio de que sobrevivimos.
Jericho Brown.
Me despiertas, apagas las lámparas,
traes el día.
Mujer, mi suelo, tan real.
Rafael Cadenas.
Siempre le tuve miedo
a este momento:
la vuelta del amor
con perspectiva.
Veo estos pechos
con los otros.
Toco esta boca
y las otras. Es mío este corazón
y también de otros.
Sé exactamente
qué decir.
Las inocencia se me escapó
por la boca.
La canción.
La canción, de repente,
se me escapó
por la boca.
Jack Gilbert.
Pronto espero vivir en una casa totalmente de goma. Imaginen qué rápido
podría pasar de un cuarto a otro. Basta con rebotar y ya llegaste. Tengo un
amigo al que en la guerra una bomba incendiaria le derritió las manos.
Ahora, una vez más, aprenderá a pasar el pan a la hora de la cena. La vida
es aprender. De hecho, espero invitarlo esta noche. Aprender es del mismo
color que la vida. Él dice cosas parecidas.
Anne Carson.
Todo el mundo en este mundo tiene su debilidad.
La mía es escribir poesía.
Me liberé de mil ataduras mundanas,
pero esa enfermedad no se fue nunca.
Si veo un lindo paisaje,
si me encuentro con algún amigo querido,
recito versos en voz alta, contento
como si se cruzara en mi camino un dios.
Desde el día en que me desterraron a Hsün-yang,
la mitad de mi tiempo lo viví acá en las montañas.
A veces, cuando termino un poema,
subo solo por la ruta hasta Punta del Este.
Por los acantilados, que están blancos, me asomo:
arranco de un tirón un gajo verde de casia.
los valles y montañas se espantan con mi canto enloquecido:
pajaritos y monos me vienen a espiar,
a mí que, temeroso de que el mundo me tome a burla,
elegí este lugar, al que no vienen los humanos.
Leonardo Fróes.
Caldera de diablos eléctricos / mi piel a la caza de tus hornos
...
Caldera de diablos eléctricos
tu piel contra mi piel hace milagros.
M.S. Papasquiaro.
Todo lo que hago todo lo que escribo me aleja de la gente que quiero Si es bueno se desconciertan si es malo se avergüenzan Arriesgando el amor que me profesan camino descalzo por arenas movedizas.
William Carlos Williams.
Yo soy ese dolido por amor. ¿No gravita la Tierra? ¿La materia doliente no atrae a la materia? También mi cuerpo a todo aquello que conoce.
Walt Whitman.
Nos van a conocer por ser una cultura con pánico
a la muerte y ansias de poder, que trató de abolir
para unos pocos la precariedad y poco le importaron
las penurias de la mayoría. Nos van a conocer
por ser una cultura que enseñó e instó
a acumular objetos, que dijo poco y nada
sobre la calidad de vida de los otros (otra gente),
de los perros y los ríos. El mundo, dirán ellos,
es un bien de consumo. Dirán que a esta estructura
la sostiene la política, y en efecto es así, y también
van a decir que la política no es más que un dispositivo
que regula lo que siente el corazón, y que en aquella época
el corazón era una piedra dura llena de mezquindad. Mary Oliver.