Cómo me lastimé, ya no me acuerdo:
fue mío tanto tiempo este dolor
que perdí la herida que lo había inventado
porque nadie conoce la belleza
de sus propios ojos
hasta que un humano explica que por ellos
Dios creó el marrón. Luego
ese mismo humano dice que vive para tocar
las partes más suaves, y con eso insinúa
que nuestra superficie puede entenderse
por su nivel de satinado. Voy a seguirlo
hasta quedar tan áspero por fuera
como lo estoy por dentro. No sabría decir dónde empezó
la masacre pero sé
cómo siento la mía, que convivo con ella
y que a veces me sirve para vivir
porque soy, como dicen los gladiadores,
un hombre enamorado; y el amor
es un recordatorio de que sobrevivimos.
Jericho Brown.
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