DULCE LUZ


Tras el invierno, torpe y afligido,
florecí con la primavera. Una dulce luz

me colmó el pecho. Sacaba
una silla. Me sentaba durante horas frente al mar.

Escuchaba las balizas y aprendí
a expresar la diferencia entre una campana

y el sonido de una campana. Quería
todo lo que estaba a mi lado. Incluso quería

dejar de ser persona. Y lo logré.
Sé que lo hice. (Ella puede corroborarlo.)

Recuerdo aquella manaña en que cerré la caja de
la memoria y giré la llave.
Cerrada para siempre. Nadie sabe lo que me ocurrió

aquí fuera, mar. Solo tú y yo lo sabemos.
Por la noche, las nubes cubrieron la luna.

Por la mañana ya se habían ido. ¿Y aquella dulce luz
que dije antes? También se había ido.


Raymond Carver.

 

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Armando Guerrero, Oaxaca, México.