Y ella esperando.


Siempre le tuve miedo
a este momento:
la vuelta del amor
con perspectiva.

Veo estos pechos
con los otros.
Toco esta boca
y las otras. Es mío este corazón
y también de otros.
Sé exactamente
qué decir.

Las inocencia se me escapó
por la boca.
La canción.
La canción, de repente,
se me escapó
por la boca.


Jack Gilbert. 

Charla breve sobre las esperanzas.


Pronto espero vivir en una casa totalmente de goma. Imaginen qué rápido
podría pasar de un cuarto a otro. Basta con rebotar y ya llegaste. Tengo un
amigo al que en la guerra una bomba incendiaria le derritió las manos.
Ahora, una vez más, aprenderá a pasar el pan a la hora de la cena. La vida
es aprender. De hecho, espero invitarlo esta noche. Aprender es del mismo
color que la vida. Él dice cosas parecidas.

 

Anne Carson.

Loco cantando en las montañas.


Todo el mundo en este mundo tiene su debilidad.
La mía es escribir poesía.
Me liberé de mil ataduras mundanas,
pero esa enfermedad no se fue nunca.
Si veo un lindo paisaje,
si me encuentro con algún amigo querido,
recito versos en voz alta, contento
como si se cruzara en mi camino un dios.
Desde el día en que me desterraron a Hsün-yang,
la mitad de mi tiempo lo viví acá en las montañas.
A veces, cuando termino un poema,
subo solo por la ruta hasta Punta del Este.
Por los acantilados, que están blancos, me asomo:
arranco de un tirón un gajo verde de casia.
los valles y montañas se espantan con mi canto enloquecido:
pajaritos y monos me vienen a espiar,
a mí que, temeroso de que el mundo me tome a burla,
elegí este lugar, al que no vienen los humanos.

 

Leonardo Fróes.


Armando Guerrero, Oaxaca, México.