Dicen
que el primero es el más importante.
Eso es muy romántico,
pero no en mi caso.
Algo entre nosotros hubo y no hubo,
sucedió y tuvo su efecto.
No me tiemblan las manos
cuando encuentro pequeños recuerdos
y un fajo de cartas atadas con una cuerda
–si al menos fuera una cinta–.
Nuestro único encuentro tras los años
fue una conversación de dos sillas junto a una fría mesita.
Otros amores
hasta ahora respiran profundamente en mí.
A éste le falta aliento para suspirar.
Y sin embargo justo así, como es,
puede algo que los otros no pueden todavía:
no recordado,
ni siquiera soñado,
me acostumbra a la muerte.
Wislawa Szymborska.
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