Wislawa Szymborska, nació en Kornik, Polonia, el 2 de julio de 1923, vive en un departamento multifamiliar en Cracovia desde hace más de 60 años.
De 1945 a 1948, estudió literatura polaca y sociología en la universidad Jagielloniana. Es egresada en Letras, no ejerció actividad académica pero sí trabajó durante décadas en revistas literarias, sobre todo dando a conocer a poetas jóvenes.
Publica poesía desde los ‘50. La obra de Wislawa está considerada como una lírica impregnada de duda metódica con claras intenciones éticas, al estilo del poeta español Antonio Machado; da la casualidad que también como él, se sirve de versos cortos, estrofas clásicas y léxico común, y con estos elementos consigue unos poemas de gran hondura y fuerza. Su poesía es aparentemente sencilla, con una mirada filosófica profunda, que suele incluir un humor algo irónico. No pontifica ni advierte, simplemente mira y ve, y su mirada individual se hace universal.
A partir de 1953 y hasta 1981 trabajó como editora de poesía y columnista en un semanario de Cracovia, al tiempo que publicaba ensayos y artículos, y traducía poemas franceses al polaco. Ha publicado 16 colecciones de poesía, y su obra ha sido traducida a varios idiomas. Entre los reconocimientos que ha merecido se cuentan el premio Goethe (1991), el premio Herder (1995)y el Nobel de Literatura en 1996.
Sobre la forma en la que escribe comentó: "Cuando escribo siempre tengo la sensación de que alguien está detrás de mí haciendo muecas. Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabras. Creo que cada poema lo escriben dos personas. Hay una persona que es la que siente las cosas, la que las experimenta, la que piensa. Y otra persona, que está detrás de mí y dice: ¿No estarás exagerando?, ¿qué va a entender el lector de lo que estás escribiendo? y, además, ¿para qué le sirve?".
Asimismo, dice: “La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio. He visto pintores trabajando mientras hablaban, riéndose, rodeados de gente, y eso es imposible para un escritor. Necesito tiempo y que nadie me moleste”.
Con su primera publicación "Busco la palabra" en 1945, seguida de "Por eso vivimos" en 1952 y "Preguntas planteadas a una misma" en 1954, logró situarse en los primeros planos del panorama literario europeo. "Apelación al Yeti" en 1957, "Sal" en 1962,"En el puente" en 1986, "Fin y principio" en 1993 y "De la muerte sin exagerar" en 1996, contienen parte de su restante obra.
A pesar de la omnipresencia de lo católico en su poesía, ella no es creyente y define la religión como "la ilusión más elevada de todas las que tiene la gente. No soy una atea militante. Me gusta más plantear preguntas que dar respuestas. Mi divisa es: 'No sé'. Y ya veremos... Todos veremos. Ninguno de nosotros tiene mecanismos para poder saber qué sucede después de la muerte. Las cosas que no se saben son las que convierten la vida en algo fascinante".
Los niños polacos recitan en las escuelas su poema "Un gato en un piso vacío", y ella nos descubre ahora que "ese gato -que debe acostumbrarse a vivir en un piso donde ya no está su amo, muerto- "es una herida grande en mi corazón. Ahí hablo del dolor por la pérdida de mi compañero, su gran amor, el poeta Kornel Filipowicz, fallecido en 1990; no es sólo el gato el que está triste, sino también yo".
Tiene muchísimos seguidores jóvenes. "Tengo contacto con los jóvenes -admite-, hablo con ellos de muchas cosas. Pero los jóvenes que yo recibo son buenos chicos: estudian un montón y reflexionan sobre el mundo. Los más desmadrozos e indiferentes no me resultan tan cercanos. A mí me interesan más aquellos que hacen 'lo que hace todo el mundo' y parecen invisibles. ¡Me resultan fascinantes!"
De 1945 a 1948, estudió literatura polaca y sociología en la universidad Jagielloniana. Es egresada en Letras, no ejerció actividad académica pero sí trabajó durante décadas en revistas literarias, sobre todo dando a conocer a poetas jóvenes.
Publica poesía desde los ‘50. La obra de Wislawa está considerada como una lírica impregnada de duda metódica con claras intenciones éticas, al estilo del poeta español Antonio Machado; da la casualidad que también como él, se sirve de versos cortos, estrofas clásicas y léxico común, y con estos elementos consigue unos poemas de gran hondura y fuerza. Su poesía es aparentemente sencilla, con una mirada filosófica profunda, que suele incluir un humor algo irónico. No pontifica ni advierte, simplemente mira y ve, y su mirada individual se hace universal.
A partir de 1953 y hasta 1981 trabajó como editora de poesía y columnista en un semanario de Cracovia, al tiempo que publicaba ensayos y artículos, y traducía poemas franceses al polaco. Ha publicado 16 colecciones de poesía, y su obra ha sido traducida a varios idiomas. Entre los reconocimientos que ha merecido se cuentan el premio Goethe (1991), el premio Herder (1995)y el Nobel de Literatura en 1996.
Sobre la forma en la que escribe comentó: "Cuando escribo siempre tengo la sensación de que alguien está detrás de mí haciendo muecas. Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabras. Creo que cada poema lo escriben dos personas. Hay una persona que es la que siente las cosas, la que las experimenta, la que piensa. Y otra persona, que está detrás de mí y dice: ¿No estarás exagerando?, ¿qué va a entender el lector de lo que estás escribiendo? y, además, ¿para qué le sirve?".
Asimismo, dice: “La escritura requiere soledad, aislamiento, trabajo y cansancio. He visto pintores trabajando mientras hablaban, riéndose, rodeados de gente, y eso es imposible para un escritor. Necesito tiempo y que nadie me moleste”.
Con su primera publicación "Busco la palabra" en 1945, seguida de "Por eso vivimos" en 1952 y "Preguntas planteadas a una misma" en 1954, logró situarse en los primeros planos del panorama literario europeo. "Apelación al Yeti" en 1957, "Sal" en 1962,"En el puente" en 1986, "Fin y principio" en 1993 y "De la muerte sin exagerar" en 1996, contienen parte de su restante obra.
A pesar de la omnipresencia de lo católico en su poesía, ella no es creyente y define la religión como "la ilusión más elevada de todas las que tiene la gente. No soy una atea militante. Me gusta más plantear preguntas que dar respuestas. Mi divisa es: 'No sé'. Y ya veremos... Todos veremos. Ninguno de nosotros tiene mecanismos para poder saber qué sucede después de la muerte. Las cosas que no se saben son las que convierten la vida en algo fascinante".
Los niños polacos recitan en las escuelas su poema "Un gato en un piso vacío", y ella nos descubre ahora que "ese gato -que debe acostumbrarse a vivir en un piso donde ya no está su amo, muerto- "es una herida grande en mi corazón. Ahí hablo del dolor por la pérdida de mi compañero, su gran amor, el poeta Kornel Filipowicz, fallecido en 1990; no es sólo el gato el que está triste, sino también yo".
Tiene muchísimos seguidores jóvenes. "Tengo contacto con los jóvenes -admite-, hablo con ellos de muchas cosas. Pero los jóvenes que yo recibo son buenos chicos: estudian un montón y reflexionan sobre el mundo. Los más desmadrozos e indiferentes no me resultan tan cercanos. A mí me interesan más aquellos que hacen 'lo que hace todo el mundo' y parecen invisibles. ¡Me resultan fascinantes!"
No hay comentarios.:
Publicar un comentario